Dirección de Juventudes San Juan 2020

Escritura Joven
                Hay tanta belleza en las melodías que no es necesario agregarle palabras. Y tanto arte en las palabras que no es necesario agregarle música. Entonces ¿Es un pecado cantarte cada noche, rogarle a la luna por tu vida y soñar con el sonido de tu voz? Pensaré si es posible vivir en un mundo donde el miedo se apaga cuando suspiras a mí oído, y donde realmente se puede aprender a levantarse cada día pensando en más de una sola posibilidad.

¿Sería posible vivir en un mundo donde la letra y la música no se hayan cometido?, como fruta prohibida y lujuriosa. No podría dedicar todas las canciones que son pecado ser dedicadas, abrazando el corazón y cantando con todo el aire de los pulmones.

Porque si nos hubiésemos acostumbrado a vivir en el molde ¿Seguirían vivos Romeo y Julieta? Y ahora que ya rompimos nuestras fronteras, que aprendimos a la mala y fuimos a dormir con la mente en las nubes. Sería un buen momento para decir que no me arrepiento vivir intentando, fracasando y aprendiendo. Al final de esto ¿De qué sirve seguir siendo jóvenes? 

Y caí en la cuenta que nacimos para ser estrellas en lo más alto, para cometer los errores más insólitos, para aprender de la historia y mejorar el futuro. Vivimos para soñar por las nubes, para acariciar la vida, para admirar paisajes y para amar con locura. Sobre todo, para amar con locura. En esta cadena llamada historia, que resuelve nuestra vida, se cuenta el cuento de un pecador declarado, un soñador arrepentido y una historia de amor.
Escrito por Valentina Gayá
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