Dirección de Juventudes San Juan 2020

Escritura Joven
                
Llegó con su ropa toda sucia y una enorme sonrisa en contraste.
- Voy a descansar un ratito acá porque las semitas están muy calientes-, sacó la pesada mochila de su espalda y nos pusimos a conversar.
Me contó que estaba triste porque ya no iba a poder ir a la escuela. Aunque estaba feliz porque el vecino le había dado la clave del wifi y  sus papás habían comprado un televisor con YouTube en qué ahora podría ver todos los videos de Messi.
Pablo, un niño de 8 años se reía de mi cuando le conté que no tengo ni veo televisión desde hace tres años. Obviamente nos reímos juntos de eso. Me parecía increíble cómo un niño con tantas necesidades no podía comprender que alguien no tenga un televisor en su casa. 
Tomó su mochila que ya había bajado un poco de temperatura y partió en su bicicleta, de él dependía si al día siguiente podían comprar nuevamente los insumos para volver a amasar. 
Luego en mi casa pensaba en todos los Pablo que tenemos a lo largo y a lo ancho de nuestro país 
Niños que pueden explicarte sin problemas cómo funciona un televisor con Bluetooth y no sé cuántos accesorios más, pero no saben cómo buscar una palabra en un diccionario, niños que ven ilógico que alguien no tenga televisión en su casa pero es normal para ellos usar el calzado de su hermano porque sólo tienen un par y se turnean en usarlos según la actividad del día.
Estos niños como Pablo, niños con sueños pequeños y hambre grande que no solo se siente en la boca del estómago, sino también en el pensamiento y el saber. Estos niños con más accesorios que prioridades cumplidas son los que me hacen pensar: ¿qué estamos haciendo mal?...
Escrito por Paula Fernández
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