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HIJO DE DOCENTE Cada 11 de septiembre recordamos a Domingo Faustino Sarmiento por su enorme trayectoria y dedicación en lo que a educación se refiere. Y con ello el homenaje a los docentes. Sin embargo, muchas veces se omite la definición de docencia, ¿qué es ser docente? ¿qué relación guarda Sarmiento con mi seño o profe? ¿será que él o ella también pueden ser políticos, periodistas, militares, escritores, presidentes o impulsor de una de las leyes más importante en la organización de nuestro país? No. Al menos no todas ellas en conjunto. Lo que más se resalta es la excelente labor que estos llevan a cabo. Según Cecilia Fierro, investigadora de la Universidad Iberoamericana de León, la práctica docente es “la relación educativa con los alumnos, el vínculo fundamental a través del cual se establecen otros vínculos…Es una relación enlazada a todos los aspectos de la vida humana que van conformando la marcha de la sociedad”. Mientras que para Paulo Freire el hecho educativo “es un acto político y ético, y que a través suyo es posible lograr cambios en las personas que les permitan ser educadas y mejores”. Por eso habría que resaltar que la docencia no consiste únicamente en transmitir conocimientos sino en despertar en el alumno el gusto por aprender, crear un vínculo afectivo con los que le rodean; desarrollar al individuo desde adentro. Su misión es la de formar personas conscientes de su mundo y de lo que son capaces de hacer. No se es docente solo por estar frente a un aula y estar frente a ella no hace docente a una persona, es más que una simple etiqueta. No sería del todo sensato manifestando qué es la docencia, al fin y al cabo, no soy docente. Pero tengo algo a mi favor, soy hijo, nieto, ahijado, sobrino y primo de docentes, además, soy alumno. Conozco a la perfección la realidad del docente y su detrás de cámara. Por eso, les quiero contar qué es ser hijo de docente. Con mis hermanos, fuimos al jardín maternal desde los primeros años de vida, fuimos cuidados por abuelos, tíos y otras maestras porque nuestra mamá estaba cuidando a otros niños. Ser hijo de docente es no saber si en algún acto o fecha festiva contábamos con la presencia de mamá porque ella estaba en otros festejos cumpliendo con las mamás de otros niños. Llegar bien temprano e irse último del colegio, sin horario fijo, porque mamá tenía que recibir y despedir a otros niños. Es conocer sobre vocabulario escolar, proyectos curriculares, jornadas, adaptaciones, planificaciones y tantas otras tareas silenciosas. Es verla llegar cansada de la jornada, incluso sin ganas de retarnos porque retaba toda la mañana a sus alumnos. Comprender que mi mamá, en su trabajo, era madre de otros de niños. La sana envidia de que en el día del maestro o de la madre llegue con un montón de regalos de sus alumnos. Pasar tardes y noches en silencio o con especial atención porque está planificando o corrigiendo. Tal vez, no pasear el fin de semana porque tenía que terminar trabajos para presentar a tiempo. Para el día del niño o fin de año la casa se vuelve una golosinería, un mundo de papeles, goma eva, impresiones, bolsitas y demás, para que a los alumnos no les falte su regalo. Ser hijo de docente, me enseñó que faltar no está dentro de las posibilidades, porque la disciplina se aprende desde chico. Te enseña a ser consciente de distintos puntos de vista. Ver cómo tu mamá se consume día a día por tan agobiante tarea. Aprender a ser autosuficientes y autodidactas desde pequeños, no porque nos falte atención, sino porque en un docente se encuentran miles de habilidades de las que nosotros los hijos, queremos ser portadores. Ser hijo de docente es entender que no solo se aprende en las aulas, sino también luchando en las calles por un sueldo digno. Podría sonar como una queja, un reclamo de mi parte a lo que me ha tocado vivir. Sin embargo, para nada es una queja sino una manifestación de orgullo. Siempre he pensado que los hijos de docentes somos afortunados en tener semejante figura en casa. Agradezco a ella por ser madre, maestra, mía, de mis hermanos, de sus alumnos y de todas las generaciones con las que me tocó compartirla. Muchos creen que la docencia se reduce a las 4-5 horas por turno que el profesor está frente al aula; omitiendo toda preparación previa, actos, festejos, corrección de evaluaciones, proyectos innovadores, etc. Además, esta tarea implica la formación constante, ya que cambian los métodos de enseñanza, de trabajo, de planificación y la misma tecnología lo que requiere de una hábil implementación. Ser docente es la tarea más desgastante que puede existir. El docente no solo es docente, es psicólogo, psicopedagogo, médico, asistente, mediador, costurero, diseñador, orientador, investigador y mucho más. Es la profesión que crea a las demás profesiones. Ser hijo de docente es ver como hace mucho tiempo se lo denigra, desde falta de respeto, desvalorización, atropello, subestimación, etc. A los profes que hoy me escuchan, no duden de su lugar, son pilares fundamentales de muchas personas. Aunque también les pido, desde mi humilde lugar, ser responsables a la hora de realizar su tarea, pasión y vocación porque como dije antes, ser docente no es solo estar frente a un aula sino trascender a ella. En el mes del maestro y del estudiante, remarquemos que la salida siempre será educar, y que ello implica, intrínsecamente, inculcar valores para formar personas. Nos debemos como sociedad diversos cambios. Ojalá, algún día uno de ellos sea la de revalorizar majestuosa tarea, la de ser docente. Celebremos todos los días a personas que entregan parte de sí a otras en pos de su bien, porque la docencia es una profesión emocionalmente apasionante, profundamente ética e intelectualmente exigente. En definitiva, la docencia es un trabajo de vida completa. Alexis Gabriel Nehin 2023
Escrito por
Alexis Gabriel Nehin
¡LA COMPETENCIA YA NO ADMITE VOTOS!